Nacimos de monos erectos, no de ángeles caídos, y esos monos eran unos asesinos armados. ¿De qué nos asombramos? ¿De nuestros asesinatos, genocidios y misiles? No, sino de nuestras sinfonías, por pocas veces que las toquemos, de nuestros tratados, por poco que valgan, de nuestras semillas, aunque a menudo las convirtamos en campos de batalla, de nuestros sueños, aunque sólo raras veces se convierten en realidad. El milagro del hombre no reside en lo bajo que ha caído, sino en la altura a la que se ha elevado.
Stanley Kubrick, 1972
Stanley Kubrick, 1972