jueves, 15 de diciembre de 2011

Cierre de año que abre nuevas experiencias


La energía Yin y Yang en mi Dramaturga

Hoy pensaba en cómo mi vida, o por lo menos lo más jugoso de mi vida, gira en torno de mi objeto del deseo: el arte. Segura y primeramente el teatro, pero también el cine y la fotografía como síntesis simbólicas que me atrapan.

¿Porqué no sólo la actuación? Y también la licenciatura en artes y la dramaturgia. Porque me encuentro con un objeto sumamente amplio, con todo un Universo por descubrir. Porque intento contener desde estas tres aristas a este objeto que se me escapa, que se vuelve infinita cantidad de pequeños detalles o grandes estructuras, o conjunto de emociones, o batería de imágenes o palabras que crean mundos, otros mundos, otros símbolos que aveces son los mismos símbolos de siempre.

Hoy descubrí que mi Licenciada en Artes quiere penetrar su objeto del deseo, quiere verlo desde adentro, le suplica que le explique su visión del mundo, la encuentra excesiva y perturbadoramente plena, amplia, compleja. Quiere dominarla, búsqueda absurda en la cual a cada paso ella se le escapa.

Y si mi licenciada es yang entonces mi actriz es yin, es tierra, es abierta, el aire que conoce el cielo pero planea cerquita de la tierra, como briza suave. Mi actriz conoce de aromas y superficies, de colores y de alturas, de voces y de energías. Mi actriz se desintegra en cada personaje, se funde, desaparece para ser espacio vacío que alberga la vida. Mi energía yin abre surcos en la tierra para que florezca la diversidad de la vida.

Fue entonces que vino a mí una hipótesis: mi dramaturga era la síntesis, que aunque aun solitaria y joven pretende contener a estas dos energías en una misma imagen: el yin-yang, el complemento, el lugar de paso entre los sueños y la vigilia, entre la sombra y la ideología, entre el Ser Racional y el Ser Sensible. Mi dramaturga es el Espíritu, que media entre el Aliento Divino y el Barro de la existencia.

Mi dramaturga me enseña que de nada sirve una idea, una imagen, un concepto si no puede encarnarse y volverse acción. Mi dramaturga me enseña que de nada sirve la pura emoción si no encontramos la forma de que comunique algo.

El Espíritu viene hacia mí y me cuenta historias donde todos los tiempos se hacen presentes.

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