Poema a una mujer que aborta
Se muere de dolor la luna
llora paso a paso los caminos de sus luces
blanca pálida de tanto dar sangre
se queda vacía de aliento y de vida
los ojos todavía le lloran
las manos todavía le tiemblan
es la voz del silencio
la voz silenciada por la vergüenza
(que no le pertenece)
es una casa inhabitada pero llena
es el vacío inllenable de la opresión
del corset, del encanto falso, de la realidad irreal
de una tierra fértil infértil aun
de un no dar a luz sin la luz suficiente
¡me duele la sangre! dijo la luna
se cansa, se deshabita, se turba
pero aun así continúa saliendo noche tras noches
día tras día
para iluminarnos, para embellecernos
para acariciarnos
merece entonces todo: el cielo y la tierra
el viento y sus alas
el mar... el bello mar que tanto la ama
(y por eso quizás siga saliendo noche tras noche
a encontrarse con él en los umbrales de la eternidad).
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